La presbiacusia es una pérdida gradual de la audición asociada con el envejecimiento. Cuando se llega a una edad madura, no entender las conversaciones en ambientes ruidosos es un signo que debe hacernos sospechar de la presencia de esta patología.

Podemos oír gracias al complejo mecanismo que conforma nuestro oído. Este se divide en tres partes: externo, medio e interno y cada una de ellas desempeña un papel fundamental en el proceso de la audición.

En primer lugar, las ondas sonoras llegan al oído externo, golpean el tímpano y hacen que vibre. Las vibraciones de la membrana timpánica se trasmiten a la cadena de huesecillos compuesta por el martillo, el estribo y el yunque, en el oído medio, y de aquí pasan a la cóclea, que se encuentra en el oído interno.

La cóclea convierte las vibraciones causadas por el sonido en impulsos eléctricos, que son enviados al cerebro a través de las terminaciones nerviosas. Esto es lo que nos permite oír.

No obstante, un fallo en cualquiera de los eslabones de esta cadena puede dar lugar a una pérdida completa o parcial de nuestra capacidad auditiva. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que hay dos tipos de defectos de audición en función de la parte del oído que se vea afectada. Así, un defecto de audición conductivo implica un problema en el oído externo o medio, mientras que un defecto de audición de tipo neurosensorial encierra una afección del oído interno o del nervio auditivo.

La OMS señala que un defecto de audición conductivo es, a menudo, susceptible de tratamiento médico o quirúrgico. Un ejemplo común es la infección crónica del oído medio. Sin embargo, el defecto de audición neurosensorial casi siempre es permanente y para mitigarlo se suele recurrir al uso de audífonos.

Los especialistas del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación de los Estados Unidos (NIDCD) señalan que la presbiacusia es, por lo general, una alteración de la capacidad auditiva neurosensorial.

Dicha afección consiste en una pérdida gradual de la audición. “Esta patología solía aparecer a partir de los sesenta y cinco años pero, en la actualidad, con el ruido ambiental al que estamos sometidos, la edad de aparición está descendiendo y la presbiacusia puede darse incluso a los cincuenta años”, describe Francisco González Martín, presidente de la Comisión de Audiología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial.

El otorrinolaringólogo aclara que la presbiacusia se produce “por degeneración de las células del oído interno, ya sea de manera fisiológica(debido al envejecimiento) o patológica (como consecuencia de la exposición al ruido o de ciertas enfermedades, entre otros motivos)”.

Además, esta patología “puede tener un origen hereditario”, indica el experto.

El doctor González recalca que los principales factores de riesgo de presbiacusia son “la exposición a la contaminación acústica de manera crónica, los medicamentos ototóxicos y las enfermedades generales que afectan al organismo, además de la edad”.

“Para prevenir esta patología debemos evitar, en la medida de lo posible, la exposición a ambientes ruidosos y controlar adecuadamente los problemas médicos que pueden empeorarlas”, aconseja el facultativo.

Oímos menos

Hay algunos signos que pueden hacernos sospechar que existe presbiacusia. “Creemos que oímos menos pero, fundamentalmente, no entendemos las conversaciones cuando estamos en ambientes ruidosos como reuniones familiares, profesionales o cuando suena la televisión de fondo”, destaca González. Además, indica, que se pierde “capacidad de discriminación verbal”.

El Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación de los Estados Unidos añade que para las personas con presbiacusia el habla de otros puede parecer un murmullo. Del mismo modo, apunta que, para ellos, “la voz de un hombre es más fácil de oír que la inflexión alta de la voz de una mujer” y expone que ciertos sonidos les pueden parecer molestos o excesivamente fuertes.

Según explica el doctor González, la presbiacusia carece de tratamiento curativo. No obstante, se puede paliar con la utilización de audífonos, “siempre y cuando estén bien adaptados al individuo”, matiza.

El especialista afirma que la adaptación de prótesis auditivas puede intentarse en todos los afectados por la presbiacusia, aunque aclara que en casos evolucionados es posible que no den buenos resultados.

Sea como sea, es posible ayudar a las personas con problemas auditivos a comunicarse mejor. Para ello, el Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación de los Estados Unidos ofrece algunos consejos.

“Mire de frente a la persona que tiene pérdida de audición para que ella pueda ver su cara cuando usted hable”, señala. Del mismo modo, resalta la importancia de tener la luz de frente al hablar. “Esto le permite a una persona con deficiencia de la capacidad auditiva observar las expresiones faciales, los gestos y los movimientos corporales y de labios, claves que facilitan la comunicación”, añade.

Igualmente, recomienda apagar la radio o la televisión durante las conversaciones, no cubrirse la boca con las manos al hablar y no hablar mientras se mastica.

También aconseja hablar un poco más fuerte de lo normal pero sin gritar, ya que “el grito puede distorsionar el habla”. Otras de sus recomendaciones son hablar a velocidad normal sin exagerar los sonidos y reformular las afirmaciones con oraciones más cortas y sencillas si la persona con pérdida de audición no las ha entendido.

Estas indicaciones facilitarán la comunicación de las personas con presbiacusia y, en cierto modo, ayudarán a prevenir su aislamiento.

EFE

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